Caía la tarde cuando, tras los cánticos y los gritos, la multitud que copó la puerta del Partido Justicialista y las cuadras aledañas se unió en un silencio absoluto. Algunos se agarraban de la mano, otros hacían fuerza para contener las lágrimas y varios solo miraban al frente con los ojos desorbitados. Tras conocer el fallo de la Corte Suprema de Justicia, que ratificó la condena a seis años de prisión y la inhabilitó de manera perpetua para ejercer cargos públicos, Cristina Fernández de Kirchner se acercó al micrófono y, sin titubear, comenzó a hablar. "Como siempre, pondremos el cuerpo. Los peronistas no nos profugamos, eso lo hace la derecha, nosotros no somos mafiosos", dijo la dos veces presidenta y titular del Partido Justicialista.
La jornada había sido larga y, por más que muchos estaban allí haciendo vigilia desde el día anterior, el aguante seguía intacto. "Los quiero mucho, les agradezco todo el amor y el afecto", expresó CFK, y les pidió: "A organizarse y a estar junto a la gente que lo necesita. A militar junto a todos los colectivos sociales que están siendo agredidos por estas políticas". Luego se subió a un auto y se fue a su casa a esperar que vayan a buscarla. Los miles y miles que estaban desde temprano, como si se tratara del kilómetro cero de una nueva resistencia peronista, empezaron a caminar detrás de ella para estar a su lado cuando llegue el momento. Las manifestaciones se comenzaron a multiplicar en todo el país y seguirán los próximos días.
"El poder económico puede tropezar una vez, pero no dos. Nosotros somos los únicos que podemos construir una alternativa cuando esto se desplome, porque esto no tiene final feliz y ellos lo saben", dijo y continuó: "Cuando este monigote de Presidente no le sirva más al poder económico, cuando se caiga, lo que pretenden es que el campo nacional y popular no pueda organizarse", resumió la expresidenta después de leer el fallo de la Corte. "En esta Argentina que gobierna Milei no deja de sorprendernos, porque al cepo del salario le agregaron el cepo al voto popular", opinó.
Luego, la exmandataria se dirigió a los tres jueces de la Corte, Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti, y espetó: "Este triunvirato impresentable, son tres monigotes que responden a mandos naturales muy por arriba de ellos: el poder económico concentrado de la Argentina". Ese poder que, recordó "a los pocos días del intento de asesinarme, tituló: 'La bala que no salió, el fallo que sí saldrá'". También lamentó que "a los que se fueron en helicóptero e hicieron el megacanje nadie los haya llamado, ni siquiera, como testigos a declarar", y puntualizó: "Estar presa mientras los Macri y los Caputo pueden caminar sin que nadie les diga nada, es un certificado de dignidad histórica".
Para concluir, destacó: "La historia argentina demuestra que a los dirigentes políticos que gobiernan para el pueblo, que logran la distribución del ingreso más equitativa, no los perdonan".
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