Jueves, 06 Febrero 2025 09:45

Bioplásticos: reglas claras dificulta su consumo

Escrito por
Valora este artículo
(0 votos)

 

En un artículo de revisión, investigadores brasileños ponen de relieve la importancia de los institutos de metrología en la definición de las normas para caracterizar a los biopolímeros y evitar el greenwashing o ecoimpostura, una práctica de marketing que promueve engañosamente productos como si fueran ecológicos. 

Una revisión de la literatura sobre los bioplásticos elaborada por investigadores brasileños, aliada al análisis de las legislaciones en vigencia en Europa y en el país latinoamericano, revela que la falta de estandarización global ha venido dificultando la adopción de soluciones sostenibles y ha contribuido al llamado greenwashing o ecoimpostura, una práctica de marketing que promueve engañosamente productos como si fueran ecológicos. En un artículo publicado en el periódico científico Sustainability, se argumenta que las instituciones intermediarias −tales como la Asociación Brasileña de Normas Técnicas (ABNT) y el Instituto Nacional de Metrología, Calidad y Tecnología (Inmetro), en Brasil, o la International Organization for Standardization (ISO), en el ámbito internacional– deberían tener un rol central en la normalización de ese mercado.

El referido trabajo, elaborado por un grupo interdisciplinario compuesto por docentes e investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) de las áreas de ingeniería de alimentos, ingeniería química, economía y derecho, miembros de la red All4Food, contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de dos proyectos (21/11967-6 y 20/13307-0).

“Investigamos de qué manera las instituciones intermediarias pueden crear definiciones globales claras con relación a los bioplásticos, para proteger a los consumidores contra el greenwashing y contribuyendo a la transición hacia una economía circular, en la cual los residuos se transformen en recursos. Nuestro estudio pone de relieve el rol de estas instituciones en lo que hace a traducir las reglas macroinstitucionales, estipular normas técnicas y monitorear su cumplimiento”, dice Vivian Lara Silva, docente de la Facultad de Zootecnia e Ingeniería de Alimentos de la Universidad de São Paulo (FZEA-USP), en su campus de la localidad de Pirassununga, y autora principal del artículo.

Según Maria Teresa Freire, también docente de la FZEA-USP y coautora del artículo, existe actualmente una confusión conceptual entre términos tales como “bioplástico”, “bio-based” (a base de biomasa, según la International Union of Pure and Applied Chemistry – Iupac), “biodegradable” y “compostable”. Un plástico puede ser de origen biológico o tener una base biológica, pero no necesariamente es por ello biodegradable y/o compostable. Y menciona como ejemplos materiales no biodegradables de origen biológico o de base biológica que son químicamente idénticos a productos de origen fósil, tales como el polietileno (PE) elaborado a partir del etanol de caña de azúcar y el tereftalato de polietileno de base biológica (PET), producido con base en almidón de maíz.

“Al asociar el prefijo ‘bio’ a un material, los consumidores pueden creer que están comprando algo que se degrada rápidamente en condiciones naturales y que no causa impactos al medio ambiente. Pueden estimar que el comportamiento de ese material es distinto al del que transcurre en los lentos procesos de degradación de los materiales provenientes de derivados de petróleo, que tardan décadas, y que generan reconocidamente microplásticos. Pero un material obtenido a partir de una fuente renovable también puede requerir condiciones específicas para su degradación”, afirma.

Un ejemplo que la investigadora menciona es el ácido poliláctico (PLA), elaborado a partir de almidón de maíz o de caña de azúcar. Se considera que este material es biodegradable, por ser compostable según las normas ISO. Pero no se degrada bien en el ámbito natural, mediante la acción de microorganismos y a temperatura ambiente. En condiciones industriales, se degrada al cabo de entre seis y nueve semanas, y en el océano puede tardar un año y medio. Se lo emplea fundamentalmente en la industria de alimentos para la fabricación de artículos descartables tales como vasos, cubiertos, platos, bandejas y recipientes para alimentos.

“Hay materiales de origen biológico o de fuentes renovables que requieren altas temperaturas para degradarse, o que deben pasar para ello por tratamientos específicos en composteras o digestores municipales, o incluso en rellenos sanitarios específicos, en condiciones definidas y probadas. Por otra parte, existen también materiales de origen fósil que son biodegradables, a ejemplo del tereftalato de adipato de polibutileno [PBAT]. Diversos productos basados en PBAT encuentran aplicación en sacos, bolsas de residuos, cubiertos y películas de cobertura, entre otras posibilidades”, informa Freire.

La investigadora añade que es necesario considerar también que los estudios científicos traen a la luz cuestionamientos referentes a la producción de microplásticos en los procesos de degradación de materiales biodegradables. Y que se debe tener en cuenta también que, más allá de la formación de microplásticos, la descomposición en el compostaje produce gas metano, que contribuye al calentamiento global.

José Tadeu Arantes - FAPESP